sábado, 20 de enero de 2018

Campo Charro de Salamanca


"Los charros" son los habitantes de una extensa zona del Trastormes camino de Portugal que, aunque hace tiempo abandonaron el lenguaje lígrimo (
del lat. legitĭmus ↦ puro) enriquecía con giros originales el castellano, siempre se resistieron a despedirse de los suculentos sabores de sus lumbres, fogones y cocinas económicas alimentadas con carbón, cisco, leña, carrascos o dura madera de encina, en los que los pucheros dormían aquella siesta ardiente durante horas y horas para transformar unos modestos alimentos en auténticos manjares de príncipes. Intentaremos sacar a la luz  una serie de recetas de cocina perdidas en el tiempo o simplemente silenciadas por su paso.

Al fuego de la leña de encina se arrimaban las ollas u pucheros del yantar (alimento) diario. 
* Aquellos cocidos de garbanzos hechos a fuego lento durante las interminables mañanas rurales. Un cocido compuesto por los pequeños y relucientes garbanzos de Pedrosillo el Ralo,  o de Gomecello, el tocino recién cortado de las grandes hojas, el trozo de gallina, el morcillo (éste solo si había "posibles"), y el relleno con su miga, su huevo batido y el perejil.


En torno a una camilla se reunía la familia y comían el cocido, comenzando por la sopa, y así en el camino,  se batían las cucharas para lograr atrapar la mejor parte.
Después, cuando vinieron tiempos mejores cada comensal ocupaba la parcela de su plato y una mano justa repartía las viandas y evitaba dichos duelos.


* Así mismo, las lentejas de la Armuña, con su trozo de chorizo por comensal y su picadito de verduras tales como la cebolla, ajo, pimiento, zanahoria, su hoja de laurel, un poco de sal y su refrito de manteca con sus ajos y su pimentón.


* También se cocinaban del mismo modo las alubias de color, los guisantes curados o secos y otras legumbres que se recolectaban en los huertos particulares para tener provisiones para el duro y largo invierno.

* Sin olvidarnos del que fuera principal sustento durante siglos de las gentes de los pueblos... el cerdo, todo él era aprovechable y aseguraba las reservas, prácticamente, durante buena parte del año. En esta ocasión hacemos especial mención a "la jeta". 

La Jeta, para quien no sepa, es el hocico del cerdo también llamado "careta del cerdo" y se puede preparar frita o asada en el horno. En casi todos los bares de la ciudad se puede degustar este excelente aperitivo crujiente y popular. No es apto para dietas y ¡Ojo! cuidado con el alto grado de colesterol que tiene. Se fríen lentamente en una sartén con profundidad y en abundante aceite (preferiblemente en manteca, pero en aceite también quedan bien)  hasta que queden bien doraditas y crujientes. (Recién hechas están mucho mas ricas que si se dejan enfriar).



Si se hacen al horno, se meten éste precalentado a 200º como una media hora por cada lado, y al final con un grill fuerte y con la corteza hacia arriba se ponen unos 10 minutos más para que la corteza quede muy crujiente. Se les puede condimentar con ajos machacados y/o con un poco de pimentón dulce o picante, según gustos.

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